martes, 9 de febrero de 2010
Cada quien su guerra...
Hoy escuché en el radio el jactancioso spot gubernamental por la captura de un peligrosísimo Capo del narcotráfico: “el Teo”. Semanas atrás acribillaron al muy poderoso “Barbas” y expusieron su cuerpo mancillado para escarnio y escarmiento públicos. Los mutilados, las balaceras, los cuerpos colgados de puentes, las narcomantas, aumentan mientras nuestra capacidad de sorpresa e indignación decrece y mientras el presidente justifica su guerra capturando Capos que serán rápidamente reemplazados por otros en una red criminal que no se vulnera por la caída de individuos.
Mientras el absurdo de esta guerra ataca indiscriminadamente (ahora ataca fiestas de adolescentes); mientras nosotros nos comportamos con indiferencia o nos indignamos por dos días, leo también los artículos sobre los "Ninis", jóvenes que ni estudian ni trabajan en un país desesperanzado; leo sobre el desempleo y la indigencia educativa; sobre 30 mujeres encarceladas en Puebla por abortar; leo sobre la creciente pobreza, la obesidad, las violaciones a los derechos humanos, la crisis… sin embargo, a nuestro gobierno, parece importarle únicamente SU guerra, que no es causa de la descomposición de la Patria, sino una de las consecuencias de la misma lenta y putrefacta descomposición.
Y SU guerra es persecución No solamente de narcos; también persigue a las minorías, a los que piensan diferente, a los homosexuales, a las mujeres y sus cuerpos, a los indígenas, a los que no se mueven dentro de los parámetros de la moral católica gobernante de este país; pero eso es otra columna… lo dejo flotando por ahora.
Volviendo a su guerra: SU guerra es matanza, cabezas cortadas, soldados casi adolescentes asustados en las carreteras, mutilados putrefactos, Capos, cárteles, policías con sueldos miserables y educación apenas elemental que desertan aterrorizados, operativos que violan las garantías individuales, derroche de recursos públicos en compra de armamento, menores muertos en las calles, niños involucrados a cada vez más temprana edad.
El Doctor Sladogna, a quien respeto y admiro me preguntó: ¿Es factible dejar en manos del estado y sus instituciones algo tan delicado como la vida? ¿Tienen los políticos las respuestas sobre el sufrimiento o las experiencias de los consumidores?
¿Los consumidores? ¿Qué es eso?
¿La vida? ¡Ah, caray!
Apenas me percato de la existencia de los innombrados consumidores y sus frágiles vidas, pienso: Cada quien tiene su guerra contra las drogas.
Mi amigo “G “era cocainómano. Artista activo, solidario, gran amigo. Murió dos días antes de la Navidad; así, de pronto. Le explotó el corazón. Nunca entró a rehabilitación. No le interesaba. Había decidido reventarse las arterias a base de cocaína ante la vacuidad de su vida.
Mi amiga “B” está en una cárcel Panameña. Diseñadora talentosísima, amiga de años, leal, gran compañera. Con 4 intentos de rehabilitación en centros especializados y carísimos; con desveladas furiosas quitándole los sudores del cuerpo ante la abstinencia del crack; con desapariciones angustiosas de repente cuando parecía estar bien. La mañana anterior a su desaparición vía Panamá, me llamó y me pidió que fuéramos al billar. Yo estaba muy ocupada.
A “J” camarada y confidente de mi temprana juventud, brillante, inteligente y agilísimo de mente, lo dejé de ver porque la heroína lo volvió monotemático y yo me rehusé a compadecer el derrumbe de mi persona favorita. Negaba tener un problema. Hace 8 años no sé nada de él. Ignoro incluso si está vivo.
“S” bebe tanto que no sé cuándo habla en serio. Lo adoro. Nuestro parentesco es tan cercano que si le falla el hígado tendré que donárselo yo.
“A” fuma 2 cajetillas diarias en su casa, con su hija de 4 años. Antes bebía media botella de tequila diaria; desde que entró a AA ahora fuma… ¡Ah! Dirán ustedes. ¡Fuma! Bueno, eso no es un delito. NO tiene nada que hacer en esa lista.
No sé porqué consumen; a unos nunca se los pregunté; otros nunca me supieron responder Pero durante años viví su propia guera contra las drogas.
No conozco a ningún consumidor que concientice su parte en esta guerra; tampoco el gobierno piensa en los consumidores; Calderón nunca menciona a los que luchan, a los abandonados, los perdidos, los que se mueren cada día; habla de “proteger a nuestros niños” en un modelo tan ridículamente abstracto que da pena. La prensa tampoco habla de ellos, no existen. Se mueren todos los días, por todos lados. Pero esos no interesan, no sirven para colgarse medallas con los países poderosos; y ya sabemos que en este país, lo que no es utilitario, no es importante.
Por otro lado, mis amigos adictos son los menos. La mayoría consume por gusto y de forma moderada. Fuman marihuana por el puro placer o para relajarse, para escuchar un buen disco, para ver una película o para relajarse después del tráfico; comen peyote en el desierto, se meten una tacha en una fiesta y alguna raya de coca. Ya están grandecitos.
Ellos también existen, pero por lo que veo en sus spots de “prevención”, el gobierno cree que los consumidores son siempre jóvenes tontos, desubicados o con familias que “no los atienden”; eso representa también persecución contra las madres trabajadoras que no viven en función de su familia, como dicta la moral católica.
Las drogas no son Satanás. Satanás se vuelven por ilícitas.
Esta guerra de Calderón no resuelve nada. Mientras haya consumo habrá negocio; mientras el negocio sea prohibido, será carroña para los carroñeros. La única solución es la legalización. Un marco legal y regulado para lo que es inevitable e incontrolable.
Porque esta guerra es pura hipocresía.
Persiguen a los narcotraficantes por delitos contra la salud y la diginidad.
Y sí. Lucrar con la salud es criminal.
Vázquez Raña y la esposa de Ulises Ruiz con sus hospitales elitistas carísimos, el señor Servitje, Pepsico , Coca Cola, con su comida chatarra que provoca obesidad, hipertensión y diabetes; las farmacéuticas con sus mentiras, el gobierno con su criminal desatención; todos ellos lucran con la vida y cometen delitos contra la salud y la dignidad…
La miseria es un delito contra la salud y la dignidad (y contra la Patria)
La indigencia educativa es un delito contra la salud y la dignidad ( y contra la Patria)
La penalización del aborto es un delito contra la salud y la dignidad
La privatización del sistema de salud, la eliminación de la seguridad social, la falta de poder adquisitivo, el salario mínimo, los transgénicos importados, el abandono del campo, la miseria rural, la pérdida de las culturas indígenas, la voraz deforestación, son todas delitos contra la dignidad, la salud, la vida y la Patria, cometidos por los poderosos en perfecta complicidad con nuestro corrupto, desobligado y torpe estado.
Nuestra propia abulia, nuestra negligencia como sociedad y como individuos permiten estos delitos y esta guerra que no sirve más que para sembrar terror, desorden, angustia y ansiedad.
Denuncio públicamente la hipocresía e inutilidad de esta guerra y exijo al Gobierno gastar los recursos federales en temas urgentes que mejoren la calidad de vida de los ciudadanos a corto, mediano y largo plazo.
¡¡ALTO A LA GUERRA!!
¡¡SÍ A UNA URGENTE REGULACIÓN Y NORMATIVIDAD DE NARCÓTICOS!!
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1 comentario:
Estupendo articulo, salvo por lo de los transgenicos y la cultura indígena, de acuerdo con todo.
Saludos.
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