lunes, 8 de marzo de 2010

JUSTICIA SOCIAL, Día Internacional de la Mujer




Soy mujer y hoy, 8 de marzo, amanecí menstruando. Sangraré por la vagina desde hoy hasta el jueves.
¿Les incomodó? ¿la palabra espanta? ¿qué quieren que haga? Amanecí menstruando simple y llanamente porque ya me tocaba.
Pasé una noche pésima, con bochornos y calores que me despertaban sedienta y con un cólico que desencadenó pesadillas horribles para justificar en mis sueños ese dolor agudo y persistente. Me desangro por la vagina y eso me hace sentir cansada, débil, vulnerable. Tengo frío. Sin embargo, como dice mi hermano Pedro: “No puedo imaginar un animal más fuerte que aquel que se desangra 4 días cada mes y no se muere”.
No tomo la pastilla para el cólico. No soy masoquista, pero estoy en contra de ocultar la menstruación y estar en “esos días” de “visita” de “andrés”, etc, como si no pasara nada. Por eso los hombres no entienden nada. “Qué rara estás”.
Yo digo: Hombre que convives conmigo, estoy menstruando y me duele.
Menstruar es lo que me recuerda que puedo engendrar. Y luego, si quiero, puedo parir.
Hay mujeres que no menstruan por diversas razones; pueden haber nacido con pene o tienen problemas hormonales o ya dejaron de ovular; No soy mujer sólo porque menstrúo, pero sin duda, menstrúo porque soy mujer.
Esta mañana, me encontré con felicitaciones muy bien intencionadas en el Twitter y Facebook de hombres y mujeres que, estoy segura, me quieren con sinceridad y me respetan. Me decían: Feliz día, princesa, o: felicidades en tu día, pásatela chido, o: feliz día, niñas y así, varias más. Las agradezco por su buena intención.
Yo no soy una princesa, no soy una niña y no quiero que me feliciten ni que me manden flores. Este no es un día para “pasársela chido”.
El Día Internacional de la Mujer nació porque mujeres activistas y trabajadoras levantaron sus brazos, sus voces y sus tetas para ser escuchadas y tomadas en cuenta. Nació porque nos cansamos de ser discriminadas porque menstruamos; nació porque esas mujeres lograron algo. Este es el día de la mujer trabajadora, la que vota, la que habla, la que le dice al presidente (así, con minúscula) “Usted no es bienvenido”, la que exige seguridad y respeto para ella y para sus hijos; justicia para sus bebés muertos por negligencia, castigo para los violadores, derecho a decidir sobre su cuerpo.
El Día Internacional de la Mujer No es una extensión del día de las madres para celebrar a las que no son madres. No es para regalar rosas ni para llevar a la secretaria al motel, ni para llevar a las subordinadas a comer, ni para regalarle una lavadora a nadie. El Día Internacional de la Mujer, nos debe recordar que la agenda sigue pendiente y creciendo; que todavía no hay equidad, que las secretarias no son para llevarlas al motel, que a las subordinadas no se les muestra condescendencia llevándolas a comer, que no queremos rosas y que no somos princesas buscando a un príncipe, ni somos niñas, pero a las niñas no se les viola.
Este 8 de marzo, pienso en todo lo que está pendiente.
No volquemos nuestros viejos logros contra nosotras mismas. Seguimos siendo subordinadas; trabajamos fuera y llegamos a casa a hacer las tareas del hogar que no pudimos sacudirnos. Mi prima Psicóloga ejerce y luego sufre en silencio violencia doméstica, las mujeres de Juarez reciben rosas en sus tumbas, aceptamos sueldos menores y, para ser reconocidas, trabajamos más de lo que deberíamos; somos las nanas de nuestros jefes y somos cómplices de sus infidelidades, solucionamos los problemas de todos, dentro y fuera de casa; nos siguen corriendo del trabajo porque nos embarazamos, nos siguen violando, nos siguen matando; Seguimos siendo las sirvientas, las “gatas”, nos encarcelan porque decidimos sobre nuestros cuerpos, nos hacen renunciar a cargos públicos para poner a hombres en nuestro lugar. No sé ustedes, pero al menos yo, me siento sobreexigida y esto cansada.
Y tampoco somos sólo víctimas. También contribuímos:
Nos llamamos “zorras” entre nosotras, decimos “pinche vieja pendeja” cuando un auto se nos cierra, aún antes de ver al conductor, chismeamos que una mujer alcanzó un buen puesto porque “seguro se acostó con alguien”, seguimos series que definen a “mujeres exitosas” como bien vestidas, preocupadas por zapatos caros y absolutamente egoístas; nos ponemos minifalda y coqueteamos para conseguir algo; vemos “Esposas desesperadas” donde las protagonistas son profundamente misóginas, manipuladoras, traicioneras, mentirosas, castrantes y las volvemos nuestros modelos; queremos ser “Totalmente palacio” con la frivolidad propia de la publicidad que aceptamos y compramos; queremos respeto, pero queremos diamantes; queremos equidad pero que nos paguen la cuenta; queremos dejar de ser tratadas como objetos sexuales, pero creemos que “Loba” de Shakira es liberadora y feminista; nos maltratamos entre nosotras, maltratamos a los hombres, compramos productos cuya publicidad nos expone como “las buenas”: amas de casa, sumisas, que lavan la ropa, en lavadoras carísimas. O “las malas”: exitosas que sólo piensan en sí mismas y en su físico superproducido; hablamos de nuestra amiga y lo “gorda” y descuidada que se ha puesto, de lo “fodonga” de fulanita porque no se arregla, hacemos chistes contra los hombres que ponen en duda su sexualidad, mientras exigimos que respeten la nuestra, nos mentimos…
Por eso, este Día Internacional de la Mujer, a mí no me manden flores, no me feliciten, no reserven en lugares caros.
Hoy, 8 de marzo, les invito a pensar, a revisar la propia misoginia, a fomentar el respeto, la equidad, a no hacer chistes de violencia de género, a no coquetearle al jefe, a no llamar “zorra”, ni “golfa”, ni “puta” a ninguna compañera.
Yo revisaré la mía. Yo también tengo misoginia corriendo por la venas. La mamé, la bebí, la comí toda la infancia y la adolescencia. Prometo poner atención para decir “pinche vieja pendeja” con menos frecuencia. Sólo así, nos daremos cuenta que tenemos que seguir levantando los brazos, las voces, las tetas, pero que debemos hacerlo en compañía de nuestros compañeros varones.
La discriminación nos daña a todos. Invitemos a nuestros compañeros a luchar juntos. Yo siempre digo que en esta lucha de las mujeres, que es también de los hombres, todos los hombres, bienvenidos sean.

martes, 9 de febrero de 2010

Cada quien su guerra...



Hoy escuché en el radio el jactancioso spot gubernamental por la captura de un peligrosísimo Capo del narcotráfico: “el Teo”. Semanas atrás acribillaron al muy poderoso “Barbas” y expusieron su cuerpo mancillado para escarnio y escarmiento públicos. Los mutilados, las balaceras, los cuerpos colgados de puentes, las narcomantas, aumentan mientras nuestra capacidad de sorpresa e indignación decrece y mientras el presidente justifica su guerra capturando Capos que serán rápidamente reemplazados por otros en una red criminal que no se vulnera por la caída de individuos.
Mientras el absurdo de esta guerra ataca indiscriminadamente (ahora ataca fiestas de adolescentes); mientras nosotros nos comportamos con indiferencia o nos indignamos por dos días, leo también los artículos sobre los "Ninis", jóvenes que ni estudian ni trabajan en un país desesperanzado; leo sobre el desempleo y la indigencia educativa; sobre 30 mujeres encarceladas en Puebla por abortar; leo sobre la creciente pobreza, la obesidad, las violaciones a los derechos humanos, la crisis… sin embargo, a nuestro gobierno, parece importarle únicamente SU guerra, que no es causa de la descomposición de la Patria, sino una de las consecuencias de la misma lenta y putrefacta descomposición.
Y SU guerra es persecución No solamente de narcos; también persigue a las minorías, a los que piensan diferente, a los homosexuales, a las mujeres y sus cuerpos, a los indígenas, a los que no se mueven dentro de los parámetros de la moral católica gobernante de este país; pero eso es otra columna… lo dejo flotando por ahora.
Volviendo a su guerra: SU guerra es matanza, cabezas cortadas, soldados casi adolescentes asustados en las carreteras, mutilados putrefactos, Capos, cárteles, policías con sueldos miserables y educación apenas elemental que desertan aterrorizados, operativos que violan las garantías individuales, derroche de recursos públicos en compra de armamento, menores muertos en las calles, niños involucrados a cada vez más temprana edad.
El Doctor Sladogna, a quien respeto y admiro me preguntó: ¿Es factible dejar en manos del estado y sus instituciones algo tan delicado como la vida? ¿Tienen los políticos las respuestas sobre el sufrimiento o las experiencias de los consumidores?
¿Los consumidores? ¿Qué es eso?
¿La vida? ¡Ah, caray!
Apenas me percato de la existencia de los innombrados consumidores y sus frágiles vidas, pienso: Cada quien tiene su guerra contra las drogas.
Mi amigo “G “era cocainómano. Artista activo, solidario, gran amigo. Murió dos días antes de la Navidad; así, de pronto. Le explotó el corazón. Nunca entró a rehabilitación. No le interesaba. Había decidido reventarse las arterias a base de cocaína ante la vacuidad de su vida.
Mi amiga “B” está en una cárcel Panameña. Diseñadora talentosísima, amiga de años, leal, gran compañera. Con 4 intentos de rehabilitación en centros especializados y carísimos; con desveladas furiosas quitándole los sudores del cuerpo ante la abstinencia del crack; con desapariciones angustiosas de repente cuando parecía estar bien. La mañana anterior a su desaparición vía Panamá, me llamó y me pidió que fuéramos al billar. Yo estaba muy ocupada.
A “J” camarada y confidente de mi temprana juventud, brillante, inteligente y agilísimo de mente, lo dejé de ver porque la heroína lo volvió monotemático y yo me rehusé a compadecer el derrumbe de mi persona favorita. Negaba tener un problema. Hace 8 años no sé nada de él. Ignoro incluso si está vivo.
“S” bebe tanto que no sé cuándo habla en serio. Lo adoro. Nuestro parentesco es tan cercano que si le falla el hígado tendré que donárselo yo.
“A” fuma 2 cajetillas diarias en su casa, con su hija de 4 años. Antes bebía media botella de tequila diaria; desde que entró a AA ahora fuma… ¡Ah! Dirán ustedes. ¡Fuma! Bueno, eso no es un delito. NO tiene nada que hacer en esa lista.
No sé porqué consumen; a unos nunca se los pregunté; otros nunca me supieron responder Pero durante años viví su propia guera contra las drogas.
No conozco a ningún consumidor que concientice su parte en esta guerra; tampoco el gobierno piensa en los consumidores; Calderón nunca menciona a los que luchan, a los abandonados, los perdidos, los que se mueren cada día; habla de “proteger a nuestros niños” en un modelo tan ridículamente abstracto que da pena. La prensa tampoco habla de ellos, no existen. Se mueren todos los días, por todos lados. Pero esos no interesan, no sirven para colgarse medallas con los países poderosos; y ya sabemos que en este país, lo que no es utilitario, no es importante.
Por otro lado, mis amigos adictos son los menos. La mayoría consume por gusto y de forma moderada. Fuman marihuana por el puro placer o para relajarse, para escuchar un buen disco, para ver una película o para relajarse después del tráfico; comen peyote en el desierto, se meten una tacha en una fiesta y alguna raya de coca. Ya están grandecitos.
Ellos también existen, pero por lo que veo en sus spots de “prevención”, el gobierno cree que los consumidores son siempre jóvenes tontos, desubicados o con familias que “no los atienden”; eso representa también persecución contra las madres trabajadoras que no viven en función de su familia, como dicta la moral católica.
Las drogas no son Satanás. Satanás se vuelven por ilícitas.
Esta guerra de Calderón no resuelve nada. Mientras haya consumo habrá negocio; mientras el negocio sea prohibido, será carroña para los carroñeros. La única solución es la legalización. Un marco legal y regulado para lo que es inevitable e incontrolable.
Porque esta guerra es pura hipocresía.
Persiguen a los narcotraficantes por delitos contra la salud y la diginidad.
Y sí. Lucrar con la salud es criminal.
Vázquez Raña y la esposa de Ulises Ruiz con sus hospitales elitistas carísimos, el señor Servitje, Pepsico , Coca Cola, con su comida chatarra que provoca obesidad, hipertensión y diabetes; las farmacéuticas con sus mentiras, el gobierno con su criminal desatención; todos ellos lucran con la vida y cometen delitos contra la salud y la dignidad…
La miseria es un delito contra la salud y la dignidad (y contra la Patria)
La indigencia educativa es un delito contra la salud y la dignidad ( y contra la Patria)
La penalización del aborto es un delito contra la salud y la dignidad
La privatización del sistema de salud, la eliminación de la seguridad social, la falta de poder adquisitivo, el salario mínimo, los transgénicos importados, el abandono del campo, la miseria rural, la pérdida de las culturas indígenas, la voraz deforestación, son todas delitos contra la dignidad, la salud, la vida y la Patria, cometidos por los poderosos en perfecta complicidad con nuestro corrupto, desobligado y torpe estado.
Nuestra propia abulia, nuestra negligencia como sociedad y como individuos permiten estos delitos y esta guerra que no sirve más que para sembrar terror, desorden, angustia y ansiedad.
Denuncio públicamente la hipocresía e inutilidad de esta guerra y exijo al Gobierno gastar los recursos federales en temas urgentes que mejoren la calidad de vida de los ciudadanos a corto, mediano y largo plazo.
¡¡ALTO A LA GUERRA!!
¡¡SÍ A UNA URGENTE REGULACIÓN Y NORMATIVIDAD DE NARCÓTICOS!!